Los trastornos del sueño y la discapacidad están intrínsecamente relacionados, presentando un vínculo complejo que afecta tanto a niños como a adultos con diversas condiciones de discapacidad. En este contexto, el Día Mundial del Sueño, que se celebra el 15 de marzo, ofrece una oportunidad crucial para destacar la importancia de abordar estos desafíos de manera integral. Las personas con discapacidad pueden enfrentar una variedad de trastornos del sueño, desde insomnio y apnea del sueño hasta narcolepsia y trastorno del ritmo circadiano, debido a una combinación de factores físicos, emocionales y ambientales.

Estos trastornos no solo afectan la calidad de vida diaria de los individuos, sino que también pueden exacerbar los síntomas de la discapacidad subyacente, impactando su bienestar general y funcionalidad.

Es fundamental reconocer que abordar los trastornos del sueño en personas con discapacidad requiere un enfoque multidisciplinario y personalizado, que involucre a profesionales de la salud física y mental, así como a cuidadores y familias. Desde ajustes en el entorno de sueño hasta terapias específicas y medicamentos adaptados, la atención integral debe considerar las necesidades individuales de cada persona, teniendo en cuenta sus capacidades y limitaciones únicas.

Hablamos de ello con Daniela Tautiva, Neuropsicóloga Infanto-Juvenil y Coordinadora Terapéutica Centro de Atención Temprana y Gabinete Multidisciplinar Fundación Querer.

Pregunta. ¿Cómo definiría los trastornos del sueño en el contexto de las personas con discapacidad?

R. Como la insatisfacción recurrente por la calidad o cantidad de sueño nocturno. Podemos observar trastornos del sueño-vigilia por exceso o por defecto. Es decir, dificultades para iniciar el sueño, mantener el sueño o volver a retomarlo después de haberse despertado muy temprano en la mañana. Estas dificultades pueden ser episódicas, recurrentes o persistentes. Por otro lado, tenemos la sensación de sueño o fatiga constante, llamado hipersomnia.

P. ¿Cuáles son algunas de las discapacidades más comunes que pueden afectar en el sueño en adultos y niños?

R. Según estudios realizados en la población española en los trastornos del desarrollo como el autismo y el TDAH se observa una mayor incidencia y prevalencia de trastornos del sueño, especialmente para iniciarlo y mantenerlo de forma recurrente.

P. ¿Cuáles son los problemas de sueño más habituales y recurrentes en personas con discapacidad?

R. Va a depender siempre del curso de la enfermedad, también de las condiciones ambientales y particulares de cada uno. Pero los estudios apuntan, principalmente, a dificultades para iniciar y mantener el sueño.

P. ¿Cuáles son las implicaciones de los trastornos del sueño en la salud mental y física de las personas con discapacidad?

R. En la discapacidad se ha encontrado que los trastornos del sueño-vigilia suelen expresarse en labilidad emocional, irritabilidad, baja tolerancia a la frustración, por lo que vemos cambios conductuales importantes una vez se atienden los trastornos del sueño.

P. ¿Qué estrategias o enfoques terapéuticos utilizas para abordar los trastornos del sueño en este grupo de población?

R. La higiene del sueño como estrategia es muy efectiva para la intervención, así como la conciencia plena o meditación. Lo más importante siempre va a ser que el profesional valore las particularidades de cada caso para poder generar un plan de intervención individual y adaptado a la realidad de cada persona.

P. ¿Qué papel juega el entorno familiar en el manejo y tratamiento de los trastornos del sueño en personas con discapacidad?

R. En esta población. el entorno familiar y, en especial, los cuidadores serán agentes activos de cambio. Serán quienes se encarguen de facilitar el ambiente propicio para un buen dormir e implementarán las estrategias que el terapeuta les haya indicado.

P. ¿Hay diferencias significativas en el abordaje de los trastornos del sueño entre adultos y niños con discapacidad?

R. Los adultos suelen tener mayor conciencia del difícil, tanto de la discapacidad como del trastorno del sueño, por lo que también suelen tener mayor nivel de ansiedad o dificultades emocionales que de forma indirecta puedan estar sosteniendo dicho trastorno. Los adultos suelen cursar con mas dificultades para el inicio del sueño, el mantenimiento de este y volver a dormirse cuando despiertan en la mañana muy temprano. Es decir, tienen más dificultades por defecto de sueño. Los niños suelen tener mas fatiga, hipersomnia… pero la expresión del mismo va a observarse comúnmente con cambios conductuales por labilidad emocional.

P. ¿Cuáles son algunos de los factores psicológicos que pueden contribuir a los trastornos del sueño?

R. Las dificultades emocionales, la ansiedad y la depresión generan trastornos del sueño. Las rumiaciones cognitivas, esto de estar pensando una y otra vez en lo mismo, es una de las principales razones por las que cursamos con trastornos del sueño esporádicos.

P. ¿Algunos consejos genéricos para mantener una buena salud del sueño, dentro de lo posible?

R. Alimentarnos saludablemente. La comida procesada y ultra procesada puede afectar nuestros patrones del sueño. También influye la cantidad de exposición de pantallas en el día, la sobreestimulación y las actividades relajantes o estresantes que llevemos a cabo en las horas cercanas a dormir.

P. ¿Algunos trucos para sobrellevar los episodios de insomnio?

R. Existe una técnica de relajación y respiración que ayuda a oxigenar la sangre de forma adecuada, ayudando así la segregación natural de la melatonina, hormona relacionada con el sueño. Se trata de inhalar por un segundo, sostener la respiración un segundo, exhalar un segundo y contar hasta uno sin inhalar; esto imaginémoslo como un cuadrado, la idea es realizar este ejercicio aumentando el tiempo progresivamente en el momento hasta que nuestros pulmones lo permiten, suele ser alrededor de 8 segundos.

Además, tomar infusiones naturales como la manzanilla, tila, lavanda o leche caliente antes de dormir. Alejarse de las pantallas al menos 90 minutos antes de dormir. Procurar un ambiente relajado, oscuro y sin ruidos. Revisar la ergonomía del colchón y almohadas, así como la temperatura de la habitación.