Beatriz Gómez Gil es  un ejemplo de dedicación y excelencia en el ámbito educativo, especialmente en la educación especial, donde ha desarrollado su vocación a lo largo de más de veinte años de trayectoria profesional. Su compromiso se refleja en su constante búsqueda de formación y su motivación innegociable por impulsar el potencial de cada uno de sus alumnos. Dotada de una vasta experiencia en diversos entornos educativos, desde centros ordinarios hasta instituciones especializadas, Beatriz ha liderado varios proyectos innovadores, como la educación asistida con perros para niños con autismo, evidenciando su capacidad para abrazar nuevos enfoques pedagógicos con el fin de enriquecer el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Durante más de una década, Beatriz ha desempeñado el rol de maestra y tutora en el Colegio Jean Piaget de Zaragoza, un bastión de la educación especial en Aragón, donde su influencia se extiende a casi un centenar de alumnos con una amplia gama de patologías, que van desde el Trastorno del Espectro Autista (TEA) hasta discapacidades motoras, sensoriales e intelectuales. Además, su compromiso va más allá de las aulas, ya que el centro alberga una residencia para aquellos estudiantes que, provenientes de poblaciones distantes, encuentran en él un hogar durante la semana.

El próximo mes de mayo participará como ponente en las V Jornadas Neurocientíficas y Educativas de la Fundación Querer. Antes de su conferencia, hablamos con ella.

P. El próximo mes de mayo participará en las V Jornadas de Neurociencia y Educativas de la Fundación Querer. ¿Cómo afronta esta fecha?

R. Las jornadas organizadas por la Fundación Querer, que ya van por su quinta edición, contribuyen a la investigación, difusión y concienciación social de las enfermedades neurológicas y trastornos del lenguaje -entre otras patologías- que padecen algunos niños con necesidades educativas especiales y abogan por la defensa de la educación especializada y la existencia de los colegios de educación especial como centros de alto rendimiento para estos pequeños.

P. Ha asistido como público, como moderadora y, ahora como ponente.

R. Tuve el placer de asistir como público hace ya unos años y pude constatar de primera mano el altísimo nivel de sus ponentes y la labor que desde la Fundación llevan a cabo con una profesionalidad exquisita. En las Jornadas del año pasado tuve la ocasión de moderar una interesantísima mesa sobre la importancia de las investigaciones científicas en las políticas de educación especial. Poder participar en esta edición como ponente dentro de una mesa que tiene como objetivo identificar los retos que tienen, tanto padres como docentes, en un correcto abordaje de los desafíos educativos que presentan los niños con trastornos en su neurodesarrollo, es un honor y una oportunidad que agradezco enormemente.

P. Hasta donde pueda leer, ¿nos puede comentar qué asuntos abordará en su ponencia?

R. Hay varios aspectos que me gustaría abordar. Entre ellos, el gran problema que supone el aprendizaje para niños con enfermedades o trastornos neurológicos, aunque no sean severos como puede ser el caso de una dislexia que no va acompañada de discapacidad cognitiva. Las dificultades que enfrentan para que se identifique correctamente su situación, el acceso a apoyos educativos y la calidad de estos. Por otro lado, también me gustaría poner en tela de juicio la idea de la que la escuela ordinaria debe tener la exclusividad de la inclusión educativa y social de estos niños.

P. ¿Qué significado tiene para usted su larga trayectoria profesional en la educación especial y cuáles son sus principales motivaciones en esta área?

R. Llegué a la educación especial un poco por casualidad, ya que mi interés inicial en los estudios siempre se había inclinado hacia materias más científicas o técnicas como podían ser la Biología o la Química. De hecho, me pasé prácticamente todo el curso de COU enfocada a buscar una Facultad en la que estudiar Farmacia, ya que no era posible estudiar esta carrera en mi comunidad. La educación especial atrajo mi atención y me embarqué en ella, descubriendo un campo de trabajo que me llena, me permite contribuir al desarrollo de los niños con los que tengo el placer de trabajar y mantiene unas características especiales que la diferencian de la educación ordinaria en cuanto a su capacidad y conocimientos técnicos, así como a la vez hace del trabajo con cada niño casi una obra de artesanía por la adaptación e individualización que requiere.

P. También se ha formado en Logopedia, con especial interés en el lenguaje en personas con daño cerebral adquirido. ¿Cómo cree que esta formación adicional complementa su trabajo en educación especial?

R. Desde hace ya años el mundo de la discapacidad y la educación especial se han empapado de los postulados que defiende el modelo social de la discapacidad, que desmerece las aportaciones de un enfoque más técnico o médico. Sin embargo, aunar la ciencia con la educación es clave para un avance firme en la evolución de estos niños, del mismo modo que lo es la exigencia de una alta formación y especialización técnica de los profesionales que los atienden en sus colegios. La Logopedia es una diciplina sanitaria que me aporta conocimientos científicos y clínicos, muchos de los cuales están en la base de los trastornos neurológicos que afectan al desarrollo del lenguaje de nuestros alumnos.

P. Como maestra y tutora en el colegio Jean Piaget de Zaragoza, ha trabajado con una amplia gama de patologías en un entorno de educación especial. ¿Cómo enfrenta los desafíos que presenta esta diversidad de perfiles en sus clases?

R. Con naturalidad y compromiso hacia mis alumnos. El colegio de educación especial es un ambiente en el que todos nuestros alumnos tienen una u otra discapacidad, pero pueden igualmente ayudar, apoyar o cuidar a otros compañeros o al menos entenderse con ellos en un plano de igualdad. Es un ambiente menos hostil, de menor presión social y donde necesitan de menos protección puesto que el porcentaje de los alumnos que sufren bullying o acoso escolar es mínimo en comparación con los datos que arrojan estos hechos en los centros ordinarios.

Los colegios de educación especial se han especializado en el trabajo metódico para conseguir los mejores niveles de autonomía del individuo con discapacidad. Cuentan con toda una serie de prácticas y de procedimientos, que son muy difícilmente replicables en los centros ordinarios y, especialmente, en la etapa de Secundaria. Todo esto, de forma natural, constituye la esencia y una gran parte del trabajo diario intensivo en un colegio de educación especial donde se trata de orientar, tanto a los alumnos como a sus familias, hacia la mayor apertura de posibilidades de autonomía una vez abandonen el colegio.

P. Por su estrecha relación con ella, ¿qué situación observa que atraviesa la Educación Especial?

R. Hay todo un discurso apoyado por la legislación estatal y las normativas autonómicas que ataca frontalmente la existencia y la supervivencia de estos colegios, así como impide o dificulta enormemente la creación de nuevos colegios de educación especial, aunque sea evidente que esto sería necesario. Por suerte, este discurso no cuenta con apoyo social ni es compartido por la mayoría de las familias que tienen escolarizados a sus hijos en colegios de educación especial, por lo que todavía sigue siendo impopular. No obstante, hacia esa batalla están dirigidos todos los esfuerzos de los defensores de la educación inclusiva, moviendo y agrandando la famosa ventana de Overton, para popularizar las supuestas ventajas que tendría la inclusión educativa de los alumnos con discapacidad en los centros ordinarios y, a su vez, denunciar el ataque frontal que estos niños sufren siendo segregados en colegios especializados.

P. En algunas ocasiones ha mencionado que la educación especial debería ser un centro generador de conocimiento sustentado en una evidencia científica. ¿Cómo ve la colaboración entre los centros educativos y otros sectores, como la medicina y la industria, para desarrollar y aplicar mejores prácticas en este campo?

R. Esta colaboración la veo como necesaria e imprescindible para un correcto avance. En los colegios de educación especial tenemos escolarizados a niños con discapacidad y serían espacios ideales para acceder a esta población de cara a la realización de investigaciones científicas cuya finalidad no deja de ser incrementar el conocimiento de las diferentes disciplinas como puede ser neurología, farmacología, logopedia, fisioterapia, tecnología etc. en pro de lograr mejores prácticas educativas sustentadas en la evidencia.

P. Ha expresado preocupación por la formación de los maestros de educación especial en la actualidad, señalando carencias en conocimientos técnicos. ¿Qué medidas propondría para mejorar la formación de los profesionales en este ámbito?

R. La creación de una titulación universitaria específica de educación especial. Anteriormente existía esta diplomatura y, aunque con sus carencias, su centro de estudio era la discapacidad. Al igual que no podemos pretender que un médico de familia trate un cáncer, una cardiopatía o un glaucoma no puede ser válido que un maestro generalista asuma la educación de estos niños sin la adecuada especialización que, por supuesto, no ofrecen cinco asignaturas de mención en un grado.

P. ¿Cómo describiría el equipo de profesionales que trabaja en el colegio Jean Piaget y cuál es su papel en la atención individualizada a los alumnos con discapacidad?

R. Lo definiría como un equipo amplio y multidisciplinar comprometido con la atención educativa que brinda a sus alumnos, así como con el asesoramiento y la formación de otros profesionales que se acercan al colegio solicitando orientación para la atención de alumnos escolarizados en otros centros educativos.

P. ¿Cuál es su opinión sobre la propuesta de la Ley Celaá de convertir los centros de educación especial en «centros de referencia y apoyo»? ¿Cómo cree que esto afectaría a la calidad de la educación para los alumnos con discapacidad?

R. La LOMLOE insiste en su exposición de motivos en el derecho a la educación inclusiva como un derecho humano y prevé un plazo de diez años en el que la educación especial acabará siendo residual. Estas previsiones, fuera de toda lógica y raciocinio, son una muestra más del pensamiento infantiloide y del racionalismo simplista que se conoce como “pensamiento Alicia”, término acuñado por el filósofo Gustavo Bueno. Pensamiento e intenciones que van en contra de los intereses y de las necesidades de los niños afectados, cuyos derechos humanos se invocan y se pretenden salvaguardar con la promulgación de esta ley como garantista de su educación. Por otro lado, la arrogancia de esta ley se muestra en la ignorancia de que los grandes problemas teóricos que subyacen a la educación especial no son actuales, sino que se iniciaron ya en el siglo XIX y adquirieron especial fuerza y significado en las primeras décadas del siglo XX.

P. ¿Cuál es su visión sobre el modelo ideal de educación para alumnos con discapacidad, y cómo cree que se pueden mejorar las políticas educativas para garantizar una educación inclusiva y de calidad para todos los niños?

R. No tengo un modelo educativo claro, pero sí creo firmemente que la única forma de atender adecuadamente a estos alumnos es con una adecuada formación docente y permitiendo la diversidad de modalidades e itinerarios educativos, así como de colegios, entre los cuales los colegios especializados son para muchos alumnos y sus familias la mejor opción educativa. Las políticas educativas sólo pueden mejorar si responden a la evidencia científica y no es el caso en la actualidad. La educación es un tema que se enarbola a nivel político y como justificación cuando se nos quiere cobrar impuestos a los ciudadanos, pero siempre responde a intereses partidistas.

​Por otro lado, todos tenemos “derecho a la educación”, sin apellidos. El termino “inclusiva” obedece a unos intereses y a un modelo social determinado. Los niños con discapacidad tienen derecho a aprender y a hacerlo con los mejores profesionales.

P. Finalmente, ¿qué mensaje le gustaría transmitir a la sociedad sobre la importancia de la educación especial y el papel fundamental que desempeñan los profesionales en este campo?

R. Que la educación especializada es necesaria para los niños con discapacidad y trastornos del neurodesarrollo. A las familias les diría que no se conformen con los discursos oficiales, que detrás de ellos hay un trasfondo y unos intereses que no se dan a conocer y que perjudican a sus hijos, que busquen y exijan la mejor educación para ellos y los mejores colegios para atender sus necesidades.