[vc_row][vc_column width=»2/3″][vc_column_text]Andrea Rodríguez Martínez[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/3″][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»2/3″][vc_column_text]

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Los ojos de Andrea

 

Semana 12

Me es casi imposible no pararme unos minutos a escribir unas líneas acerca de lo que actualmente está sucediendo en nuestro país con el caso de Nadia, la niña que sufre Tricotiodistrofia, una enfermedad rara de origen genético y cuyos síntomas varían en función de la persona: piel seca y escamada, cabello frágil, problemas en el crecimiento, discapacidad intelectual, entre otros. No tiene tratamiento ni, por tanto, curación en ninguna parte del mundo, pero sí se pueden tratar algunos de los síntomas y alteraciones fisiológicas que causa; aparte de necesitar un cuidado y una atención las 24 horas del día.

Así lo confirmaba, para Telecinco, la madre de Iraia y Hegoi, dos hermanos de 7 y 5 años con la misma ER que Nadia: “Los expertos aseguran que no existe un tratamiento concreto para su curación y que en ningún caso es mortal, solo en los casos más graves se incrementa el riesgo de mortalidad”. Así se lo aseguraron a ella los médicos del hospital donde tratan a sus hijos.

Estoy completamente consternada,  sin poder creerme lo que una familia, en este caso y “por el momento”, un padre ha podido ocasionar en nuestra sociedad, gastándose el dinero que supuestamente iba a ir destinado al tratamiento de su hija.  La cuestión y el verdadero problema ya no es el dinero, sino el daño que se ha causado a todas las familias que sí están atravesando por situaciones como esta y el engaño a todas las personas que han contribuido, de alguna manera, para ayudar a la pequeña Nadia.

 

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¡No han existido esos viajes, ni esas operaciones, ni siquiera esos avisos médicos de muerte inminente si no operaban a Nadia ya!

En la mayoría de los casos, la gente actúa de buena fe y se conmueve con la historia de una niña que se puede morir si no la intervienen a tiempo. Pero jamás a esa gente se le pasaría por la cabeza que el padre de esta niña enferma estaba haciendo negocio con la propia enfermedad de su hija, envolviéndonos a todos en una red de mentiras. ¿Quién iba a pensar algo así?

Me pongo en la piel de padres que tienen hijos con ER y se sienten identificados, como por ejemplo Pilar la mamá de Pepe que día a día lucha por su hijo o Maialen, la madre de Iraia y Hegoi; y lo único que siento es rabia. Creo que es muy normal que todos nos hayamos creído la larga trayectoria de falsedades y engaños que ha hecho este individuo, ya que como “padre” haces hasta lo imposible para poder “salvar” a tu hijo o darle una mejor vida.

Soy consciente del daño colateral que esto trae consigo y de la desconfianza que esta situación está llegando a generar en la sociedad; solo espero que esta desconfianza no llegue tan lejos como para que otras iniciativas, tan reales y rigurosas, como la nuestra (Fundación Querer) se vea afectada y que no dañe el espíritu de solidaridad de la gente que ayuda, cree y apoya este tipo de causas tan importantes para todos los niños.

“A una colectividad se le engaña siempre mejor que a un hombre.”  Pío Baroja.

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Andrea Rodríguez Martínez

Diplomada en Educación Infantil.
Licenciada en Psicopedagogía.
Amplia experiencia docente en enseñanza infantil y primaria.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/3″][/vc_column][/vc_row]