[vc_row][vc_column width=»2/3″][vc_column_text]Andrea Rodríguez Martínez[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/3″][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»2/3″][vc_column_text responsive_align=»left»]

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Hola a todos! Ya estoy aquí con un nuevo post. Esta vez he tardado un poco más debido al gran trabajo que estamos realizando en la Fundación. Por los que me preguntáis por mi propio blog, deciros que pronto volveré con “Los ojos de Andrea”. Mientras tanto, hoy os voy a hablar sobre la importancia de los límites en el desarrollo del niño, tema esencial en la educación y crecimiento de éstos.

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Poner límites nunca ha sido una tarea fácil. Para muchos papás es complicado establecerlos porque, o no saben cómo hacerlo o creen que haciéndolo se vuelven muy autoritarios. Pero no es así.  La verdad es que son muy necesarios, ya que al ponerlos estamos dotando al niño de seguridad y protección, factores importantes para su desarrollo. Igualmente, a través de ellos, los padres hacen saber al niño lo que se espera de él y lo que está bien y está mal; lo que hace que éste desarrolle su autocontrol.

Además, cuando los niños observan límites en casa o en clase saben que son los propios padres o profesores los que están al mando y comprenden, que ellos son los responsables de tomar las mejores decisiones para ellos mismos.

Sin embargo, la ausencia de límites  y normas en la familia o en la escuela puede traer consigo consecuencias negativas para la educación de los niños. Imaginaros como se puede sentir un niño al darse cuenta de que es él mismo el  que tiene y maneja su propio control. Cuando no hay límites fijados, los niños pueden volverse apáticos ya que sienten que no tienen un guía que los ayude  o perciben una mayor jerarquía de la que tienen sus papás.

Asimismo pueden sentirse inseguros, preocupados e incluso a veces pueden llegar a sufrir estados de ansiedad debido a que se sienten responsables de tomar sus propias decisiones.

Por lo tanto, debemos empezar a poner estos limites desde que los niños son pequeños, así de esta manera empezarán a comprender, poco a poco, que existen normas y límites que tienen que cumplir.

Y, ¿cómo podemos nosotros, los adultos, establecer estos límites tanto en casa como en el aula? En primer lugar, es fundamental empezar  poco a poco, es decir, creando y estableciendo una tarea o límite y no todos a la vez.

Una vez esto, los puntos y pasos significativos a tener en cuenta son los siguientes:

  • Definir los límites al niño es fundamental. Hay que sentarse con ellos y explicárselos. Nunca hay que dar por sentado que el niño sabe lo que se espera de él.
  • Establecer normas claras, realistas y acordes con su edad, utilizando en todo momento un vocabulario sencillo y preciso que el niño pueda entender. Por ejemplo: “cuando crucemos la calle, me das la mano”.
  • Explicar el porqué de cada regla. Cuando se aplica un límite lo mejor es explicarle al niño porqué tiene que obedecer y cumplirlo. Entendiendo la razón, los niños pueden desarrollar valores internos de conducta o comportamiento y crear su propia conciencia.
  • Ser firmes, coherentes y congruentes; es decir, si significa si y no significa no. Además, los papás que no respetan las normas y las consecuencias que establecen suelen tener hijos que tampoco las respetan. No hay que olvidarse que los niños aprenden observando a los adultos, especialmente a los padres. Así que hay que asegurarse de que el comportamiento de los adultos que rodean al niño pueden servirle como ejemplo.
  • Intentar plantear estos límites con diversión; a lo mejor como una nueva misión, ya que les encanta este tipo de retos. La motivación juega un papel muy importante.
  • Destacar cuales van a ser los beneficios que va a obtener al cumplir la “misión” y el porqué de ésta; por ejemplo “ a partir de hoy hemos decidido que te vas a ir a la cama a las 8 y media de la tarde porque así descansarás mucho y al día siguiente rendirás más en el cole y la profesora te felicitará por tu trabajo”
  • Hay que conseguir que se cumplan todos los límites tal y como se los hemos explicado y que la consecuencia que se le establezca al niño, ya sea positiva o negativa, tiene que ser realmente importante para motivarlo y moverlo a la acción. Estas consecuencias hacen que el niño se autorregule.
  • Y, por último, si existe una conducta que no nos gusta, es de suma importancia desaprobarla pero dejando claro que esa desaprobación está relacionada con su comportamiento y no directamente con él. No podemos mostrar rechazo hacia los niños. Deberíamos sustituir, por ejemplo, el “eres malo”, por “esto está mal hecho” .

En definitiva, el hecho de establecer unas normas o reglas con los niños desde que son pequeños, supone una manera positiva de encauzar su desarrollo, sobre todo en el ámbito emocional. Ser pacientes, constantes y animaros a intentarlo, ya que nunca es tarde para poner límites.

“Poner límites no sólo es saludable, en muchos casos es vital para sobrevivir” Miguel Ángel Núñez (Escritor y Orientador Familiar)

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Andrea Rodríguez Martínez

Diplomada en Educación Infantil.
Licenciada en Psicopedagogía.
Amplia experiencia docente en enseñanza infantil y primaria.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/3″][/vc_column][/vc_row]