Cuando pienso en mi infancia junto a mis compañeros de colegio, muchos de los momentos que recuerdo han tenido lugar en parques, en bosques, en el campo… al fin y al cabo en espacios al aire libre. Debido a la llegada de la gran sonada Era de la Información o Era Informática, los niños de la época actual pasan gran parte de su tiempo realizando actividades en espacios cubiertos. Sin duda, gran parte de estas actividades tienen un gran valor personal y formativo para los niños, pero no debemos olvidar los efectos que tiene el hecho de jugar en un parque y todo lo que el simple juego de los columpios implica en las edades tempranas.

¿Qué es el juego? Jugar es simplemente DIVERTIRSE, es la actividad espontánea de los niños. Jugar abarca una gran variedad de actividades que se pueden realizar con el cuerpo (correr, saltar, bailar), con la mente (juegos de fantasía), con objetos externos a uno mismo (construir torres) y con las palabras (canciones, bromas).

Los parques dan a los niños la posibilidad de jugar de forma libre y de experimentar con su cuerpo las diferentes posibilidades que tiene su cuerpo de relacionarse con diferentes objetos y espacios. Les da la oportunidad de expresarse según su tendencia natural y aprender de los demás. A los padres y profesionales, este hecho nos permite observar al niño y conocer sus preferencias, para saber que refuerzos podemos darle, si juega con los demás, si imita diferentes juegos, en que aspectos motrices tiene buena competencia y en cuales tiene una menor capacidad. Por lo tanto, es de gran relevancia realizar una observación del niño cuando se expresa de forma espontanea y sin previa orden o guía.

Es necesario destacar el carácter inclusivo que tienen los parques, ya que al fin y al cabo varios niños se encuentran en el mismo espacio de juego y es más sencillo que interactúen entre ellos y creen algún tipo de juego o historia. Espacios como parques u objetos externos facilitan en gran medida que niños que normalmente tienen mas dificultades en las habilidades sociales, comiencen a comunicarse e interactuar con otros compañeros. Este hecho derivará en la adquisición de vocabulario más complejo y de un aumento de la intencionalidad comunicativa.

Por otro lado, el niño trabaja en gran medida las habilidades motrices básicas tales como la trepa, el gateo, el salto, el equilibrio… las cuales son básicas para su desarrollo tanto motriz como cognitivo, dos aspectos del desarrollo que van de la mano en la evolución del niño. A través del movimiento también estaremos trabajando el dominio espacial, lo que facilitará la comprensión de los conceptos matemáticos que se trabajen en el aula.

¿Qué efecto tiene el juego sobre el cerebro de los niños? Las investigaciones realizadas nos dicen que el desarrollo cerebral del niño se produce en las edades mas tempranas. La acción de jugar hace que las diferentes funciones del cerebro se desarrollen así como es de gran importancia el ofrecer a los niños juegos donde experimenten diferentes acciones motrices. Dicho esto, ¿cuál es la relación entre el juego y el desarrollo del cerebro? Las etapas del desarrollo cerebral reflejan las primera etapa de juego del niño. El juego acelera el desarrollo de partes del cerebro relacionadas con actividades modeladas y cada etapa del juego promueve el desarrollo de esa parte del cerebro, estableciendo nuevas conexiones neuronales.

Para comprender el significado de la creación de conexiones neuronales podemos imaginarnos un camino muy largo y con obstáculos. Cuanto mas juegue el niño (a través de estímulos sensoriales y de actividades motoras), mas avanzará, en su cerebro, en ese camino. Por ello, cuanto mas se juegue de forma libre, ese camino cada vez estará mejor construido y será más sencillo recorrerlo. Empezará siendo un camino de tierra, después se convertirá en una calle y finalmente en una autopista. A través del juego y de actividades repetitivas, haremos que el niño circule mas rápidamente por una autopista. Sin embargo, cuando el niño dedica gran parte de su tiempo a otras actividades que no tienen que ver con el juego libre y con la actividad motriz, el niño pasará más tiempo andando por un camino de tierra.

Así que ya sabéis papás y mamás… ¡NO HAY PARQUE QUE POR BIEN NO VENGA!

 

 

Celia Garrote de las Heras. Profesora de Educación Física del Cole de Celia y Pepe.