El presente artículo tiene como objetivo conocer más en profundidad cómo es el actuar de las personas que presentan dificultades en la interacción con el entorno, sobre cómo interpretar las emociones y el lenguaje no verbal en diferentes contextos y situaciones que se dan en la vida diaria, en cómo establecer una comunicación bidireccional y sobre todo para conocer cómo es el funcionamiento de la teoría de la mente.

Dirigido tanto a profesionales de la educación como a familias y en general para todos aquellos que quieran conocer más cómo es el actuar del ser humano.

Es realmente difícil llegar a conocernos en profundidad, reflexionar cómo es nuestra forma de relacionarnos con los demás, el lenguaje que utilizamos, las palabras, los gestos, las miradas… todo ello, podríamos decir, crea un perfil de quiénes somos.

Si ahora mismo te dijera que definieras a alguna persona que conoces, toda esta información junto con todos los datos recogidos sobre esta elaborarías un juicio aproximado sobre cómo es esa persona, le atribuiríamos una serie de características, bien positivas o negativas conforme a la experiencia. Es aquí cuando propongo abrir nuestra mirada, pues no todas las personas tienen la capacidad de interpretar esto. La teoría de la mente implica ser capaz de atribuir a los otros estados mentales, poder inferir sus creencias y deseos, anticipar en función de ellos las conductas ajenas (Baron- Cohen, Leslie y Frith. 1985).

Esto qué quiere decir, que en gran medida actuamos y nos comunicamos con los demás reconociendo en el otro, anticipando cómo puede reaccionar. En resumen, tener teoría de la mente es ser capaz de “leer la mente”. Es ser capaz de ponerte en el lugar del otro y predecir conductas.

Por ejemplo, si nos hemos enterado que nuestra vecina ha perdido un ser querido y nos la encontramos en el portal ya sabemos cómo vamos a desenvolvernos en esa situación, si la vemos triste, la posición de escucha que tomaremos, la postura y cercanía que mantendremos y las palabras que utilizaremos, por qué, porque tenemos teoría de la mente.
Todo esto no es tan obvio para las personas que tienen afectada esa parte. Es aquí cuando nos encontramos con un “muro” en la comunicación y nos cuesta comprender cómo es el funcionamiento de una persona que tiene un déficit en su teoría de la mente pues, el uso y comprensión de expresiones emocionales (Jennings, 1973; Martinsen, 1997) está afectado así como la habilidad para adoptar el punto de vista de otra persona (Hobson, 1984; Baron-Cohen, Leslie y Frith, 1985; Martinsen, 1997) y no sólo eso sino que se muestran dificultades para la imitación, aspecto que adquiere importancia para explicar el desarrollo social (Wing y Gould, 1979; Riviere, 1990), pues la imitación facilita la continuidad en la interacción, favorece el conocimiento del esquema corporal del propio niño y proporciona la sensación de una experiencia compartida (RIviere, 1990) (Aierbe, A, p.145).

Las personas que presentan esta dificultad se sienten perdidas y desorientadas al no comprender ese lenguaje no verbal, las emociones, al no poder elaborar los hechos para poder actuar de forma anticipada.
Si no hubiéramos conocido estos aspectos, seguramente habríamos mirado a estas personas con rechazo, les habríamos calificado de “mal educadas” e incluso juzgado la educación recibida por sus familias.

Las personas con trastorno del espectro autista, en concreto, tienen afectada esta parte. Aunque después de todo este razonamiento, te habrás dado cuenta que muchas veces tú también tienes “afectada” esta zona y me gustaría que reflexionásemos juntos en cómo es nuestra teoría de la mente.

Juan José García Rodríguez.

Profesor del Cola de Celia y Pepe.