Muchas epilepsias deben tratarse con fármacos debido al alto impacto de las crisis que producen en la calidad de vida de los pacientes que las sufren. Entre los fármacos antiepilépticos -también llamados anticrisis-, destinados a controlar las crisis epilépticas, y no a curar la enfermedad en sí, levetiracetam es uno de los que más se utiliza.

Tal y como explica Ángel Aledo Serrano, neurólogo, epileptólogo y director de neurología clínica de los hospitales Vithas Madrid, este medicamento está indicado para «epilepsias de dos grandes grupos: epilepsias focales, que son aquellas en las que las crisis vienen de un foco concreto del cerebro, y epilepsias generalizadas, en las cuales las crisis tienen un inicio generalizado sin un foco claro».

Levetiracetam está indicado tanto en niños como en adultos. De hecho, explica el neurólogo, «es de los pocos fármacos que tiene evidencia incluso en el período neonatal, en el primer mes de vida».

¿Para qué sirve?

Levetiracetam actúa sobre la proteína SV2A, clave en el desarrollo de las crisis epilépticas. «Es una proteína muy importante en la formación de las vesículas sinápticas, envoltorios en los cuales se sueltan los neurotransmisores, que hacen que una neurona se comunique con otra. Si bloqueas la formación o liberación de esas vesículas, estás disminuyendo la excitación de la neurona y eso es positivo para controlar las crisis epilépticas, que se producen por una hiperexcitación de las neuronas, entre otros factores», explica Aledo.

El tratamiento con levetiracetam provoca que se reduzca la intensidad de las crisis epilépticas o incluso que éstas desaparezcan, lo que implica una mejora de la calidad de vida del paciente: «Por un lado, no habrá riesgo de que se produzca una caída o un accidente a consecuencia de la crisis; incluso la muerte súbita relacionada con la epilepsia (SUDEP), algo relativamente infrecuente, pero que puede ocurrir con crisis tónico-clónicas generalizadas con convulsiones».

«En caso de estatus epiléptico, esto es, crisis que no ceden espontáneamente, hay que poner medicación por vena y ahí este fármaco es de los más útiles»

Además, asegura el neurólogo, también se reduce la incertidumbre sobre cuándo va a producirse una crisis, «algo que, tanto para las familias como para la persona con epilepsia, resta mucha calidad de vida y genera estigma social, dificultades en la vida social, en el ocio y en el desempeño en los colegios o en los centros donde acuden».

En alrededor del 50% de los casos, el fármaco es efectivo y, en el otro 50% de las ocasiones, en las que no logra que las crisis epilépticas remitan, explica el neurólogo, «el levetiracetam se combina con otro medicamento o se cambia por otro antiepiléptico».

Por otro lado, es un medicamento útil como tratamiento profiláctico para prevenir crisis epilépticas en un trauma craneoencefálico o una neurocirugía: «Se administra durante la cirugía si el paciente está despierto y normalmente se deja una o dos semanas después».

¿Cómo y hasta cuándo se toma?

Levetiracetam tiene tanto formulación oral (pastillas y jarabe), como intravenosa, en casos de urgencia: «En caso de estatus epiléptico, esto es, crisis que no ceden espontáneamente, hay que poner medicación por vena y ahí este fármaco es de los más útiles».

Asimismo, es un medicamento que se suele tomar dos veces al día, en el desayuno y la cena, salvo casos excepcionales en los que se indica una tercera toma «para mejorar la tolerancia». Además, tal y como explica Aledo, siempre se utiliza «la mínima dosis eficaz para reducir los efectos adversos». «Cuando son personas mayores utilizamos dosis muy bajas. También cuando son niños que están en momento de crecimiento y de aprendizaje», señala el neurólogo.

«Cuando apareció, supuso un gran avance porque es un muy seguro desde el punto de vista de los problemas que produce en otros órganos»

Hasta hace poco tiempo, Keppra tenía la patente comercial de levetiracetam, pero ahora son distintas marcas genéricas las que suministran este medicamento: Laurak, Elepsia, Spritam, etc. Todas ellas tienen la misma cantidad de medicamento y causan el mismo efecto, «tan solo cambia la formulación, es decir, los excipientes, el tipo de pastilla y cómo se rodea la molécula de levetiracetam».

La duración de este tratamiento dependerá del paciente y del tipo de epilepsia que tenga. «Si son epilepsias que no suelen ceder con la edad, normalmente se deja a largo plazo. Pero hay algunos tipos, como las focales autolimitadas de la infancia, en las que se toma durante unos años y se quita en la adolescencia», señala Aledo.

Además, no será necesario seguir ninguna dieta en específico, aunque Aledo reconoce «que hay dietas más sanas, no por el medicamento, sino por la propia epilepsia». No obstante, asegura que «hay ensayos clínicos que han visto que las personas que utilizan levetiracetam y tienen irritabilidad o problemas psiquiátricos, y se les da un suplemento de piridoxina, una vitamina del grupo B, les puede mejorar la irritabilidad».

¿Qué beneficios frente a respecto a otros antiepilépticos?

En comparación con otros antiepilépticos, el levetiracetam presenta distintos aspectos positivos que hacen que sea uno de los más usados. «Es un medicamento de amplio espectro, es decir, se puede utilizar en muchos tipos de epilepsia sin grandes problemas; tiene una formulación intravenosa; no produce interacciones con otros fármacos ni tampoco problemas en el embarazo ni afecta a otros órganos», explica el neurólogo.

«El levetiracetam es un fármaco que, cuando apareció, supuso un gran avance porque es un muy seguro desde el punto de vista de los problemas que produce en otros órganos. De alguna manera, es un fármaco sencillo de utilizar y muy seguro, eso ha hecho que se haya convertido en la primera línea general de tratamiento en un alto porcentaje de las epilepsias», asegura Aledo.

«El efecto adverso más frecuente es la irritabilidad. También puede provocar cambio de carácter, además de depresión, ansiedad o labilidad emocional»

Pese a su gran efectividad, el neurólogo asegura que, en ocasiones, se sobre utiliza este medicamento, que, además, no funciona en todos los casos, tal y como hemos señalado anteriormente. «No es el mejor fármaco para todos los tipos de epilepsia. Dependerá de su causa. Incluso si es un tipo de epilepsia focal o generalizada, hay algunas que no van bien con levetiracetam. También algunos tipos de epilepsia genética que se asocian con discapacidad intelectual tienen una respuesta variada al fármaco», explica.

¿Qué efectos secundarios tiene?

Como todo medicamento, levetiracetam también puede causar efectos adversos. Entre los más comunes están los efectos psiquiátricos. «El más frecuente es la irritabilidad. Esto depende de la dosis, cuanta más dosis, más irritabilidad hay. También puede provocar cambio de carácter, como irascibilidad o impulsividad, además de depresión, ansiedad o labilidad emocional, esto es, que en pocas horas le fluctúe mucho el ánimo», explica el neurólogo.

Además, levetiracetam puede causar una disminución de la capacidad cognitiva -menos memoria o atención- o, al igual que sucede con la mayoría de antiepilépticos, excesiva somnolencia.

El médico valorará los efectos adversos en el paciente para determinar si debe cambiar la dosis o incluso de fármaco: «Si es una persona con discapacidad intelectual que tiene ya problemas de conducta o síntomas psiquiátricos previos hay que tener cuidado con este medicamento. Cuando lo pongamos, tenemos que explicárselo al cuidador y a la familia para que estén atentos a esos síntomas y monitorizarlo para ver si hay que bajarle la dosis o combinarlo con otros medicamentos«.

«Las personas con epilepsia y discapacidad intelectual necesitan siempre un tratamiento de estimulación cognitiva, terapia ocupacional, logopedia o terapia física»

Es habitual que las familias se preocupen tanto por los efectos adversos como por los riesgos a largo plazo de esta medicación, pero Aledo señala que «levetiracetam es un fármaco que se conoce desde hace más de 15 años y no se ha visto ningún riesgo a largo plazo«. «Su mayor riesgo son los problemas psiquiátricos, que solo los tiene un porcentaje pequeño de las personas que lo toman, pero que es importante que se vigilen porque la calidad de vida depende más de nuestra situación psicológica e interacción social con la familia que de cualquier otra cosa. Si nosotros estamos irritables, impulsivos o irascibles y nos cambia el carácter, eso puede hacer que la dinámica entera de una familia se estropee«, añade.

No obstante, es importante que, si el paciente o la familia detecta alguno de estos efectos adversos u otro del que no tenga constancia y le preocupa no deje de tomar el fármaco sin antes consultar con su neurólogo: «Cualquier medicamento para la epilepsia, si se quita de una manera brusca, tiene riesgo de que aparezcan crisis epilépticas intensas. Por eso, es muy importante que se les explique a las familias para que conozcan los efectos adversos y entiendan que es algo que depende de la dosis».

La importancia de las terapias y hábitos saludables

Por otro lado, es importante tener en cuenta que el tratamiento farmacológico ha de combinarse siempre con distintas terapias y hábitos saludables. «Las personas con epilepsia y discapacidad intelectual necesitan siempre un tratamiento de estimulación cognitiva, terapia ocupacional, logopedia o terapia física», comenta Aledo. Además, es recomendable mantener una serie de hábitos neuro saludables: «Mantener un sueño regular, con ciclos circadianos sanos, una dieta neuro saludable, realizar ejercicio físico, y gestionar bien las emociones».