Cuando nace un niño necesita adaptarse al mundo al que llega. Es por esto, que nacemos con un deseo profundo de conocer y saber, y la exploración es un eje que organiza nuestro desarrollo como seres humanos.

Por naturaleza, los bebés tienen una fuerza interior que los moviliza a conocer y explorar tanto a sí mismos, como al otro, los objetos y el espacio que los rodean. Esto es conocido como impulso epistémico. El recorrido hacia la actividad autónoma y la exploración se inicia desde este impulso y su motor es la acción enriquecido por sus competencias y favorecidas por un ambiente facilitador proporcionado por el adulto.

Para crecer y ser una persona segura, es necesario sentirse competente. Este sentimiento de competencia no surge de la nada, está estrechamente relacionado a la manera en la que el niño, desde que nace, puede sentirse un ser de acción. Esto se magnifica cuando se hace en entornos afectivos como la familia.

Una vez desarrolla un determinado control postural, el niño adquiere dicha acción plenamente y es capaz de explorar los objetos de su entorno. Progresivamente vive procesos sensoriomotores y cognitivos complejos como la anticipación, cuando piensa qué va a hacer, adónde va a ir… la planificación de sus actos motores le permite ser eficaz y todo ello es base de la inteligencia práctica en el niño pequeño.

¿Qué es el juego entonces?

El juego es representar, (re-presentar= volver a presentar), es también, volver a hacer presente algo que fue vivido con intensidad, es un volver a vivir los momentos significativos de la vida cotidiana. Como el momento de la comida, de bañarse o acostarse, de acompañar a los padres en las actividades cotidianas como ir al mercado, al río, comprar, vender, etc.).

El juego es placer y expresión de lo que uno es y quiere ser, genera una necesidad profunda de buscar la seguridad o sentirse seguro frente a la realidad, frente a los miedos y las angustias que lo obstaculizan, es el “como si fuera real”, aunque no siempre lo sea.

Al explorar mientras juega, el niño se apropia del espacio, los objetos, como si al vivir esto grabara todo ello y también las interacciones con los otros, lo que le genera un verdadero aprendizaje.

A medida que los niños crecen elaboran un tipo de juego diferente que les ayuda y acompaña en la construcción de su yo adulto.

Beneficios del juego

Los beneficios del juego en el aprendizaje no implican que sea una actividad de uso exclusivamente escolar, puesto que el niño juega constantemente (haciendo equilibrios por la acera, juegos de palmas, cogiendo piedras de camino a casa…), en cualquier lugar y con cualquier cosa. Saber observar esos momentos de juego, puede ayudarnos a convertirnos en partícipes de él. Esto le hará sentirse más seguro, fortalecerá su autoestima y contribuirá a su felicidad. De este modo, sin conseguimos comprender el juego como una actividad fundamental en el desarrollo del niño, sentiremos la necesidad de fomentarla y potenciarla en el tiempo que pasamos juntos. Ampliando la lista de beneficios podemos decir que el juego:

  • Satisface las necesidades de ejercicio físico: agarrar, correr, trepar, balancearse, etc.
  • Es una vía estupenda para expresar y realizar sus deseos.
  • La imaginación del juego facilita el posicionamiento moral y maduración de ideas.
  • Es una canal de expresión y descarga de sentimientos, tanto agradables como desagradables, ayudando al equilibrio emocional.
  • Con los juegos de imitación está ensayando y ejercitándose para la vida de adulto.
  • Cuando juega con otros niños se socializa y gesta sus futuras habilidades sociales: cooperación, negociación, competición, seguir las reglas y esperar turnos.
  • El juego es un canal para conocer los comportamientos del niño y así poder encauzar y premiar hábitos.
  • Desarrolla el habla y el lenguaje: desde el mismo balbuceo hasta ser capaz de contar cuentos y chistes.
  • Capacita su inteligencia racional, aprendiendo a comparar, categorizar, contar y memorizar.
  • Facilita el aprendizaje sobre su propio cuerpo (habilidades y limitaciones).
  • El juego le permite reconocer el medio ambiente que le rodea: explorar posibilidades, reconocer peligros y límites.
  • Le ayuda a buscar la manera de implementar estrategias para solucionar problemas.

Los adultos debemos ofertarles juegos variados que les proporcionen tiempo para estar con otros niños, solos y con la familia. Debe darse en contextos diferentes, tanto en interiores, como al aire libre. Por otra parte, ofrecer juegos de atención, de movimiento o de habilidad, para proporcionarles actitudes e información amplia que favorezca el aprendizaje necesario para su crecimiento y desarrollo.

Es por todo lo anterior que, en momentos de descanso o vacaciones, el niño necesita compensar con este tipo de actividades, todos los espacios libres que ahora tienen, que ocupamos con las tareas escolares durante el curso, a pesar de que esto deberíamos tenerlo en cuenta todo el año. El juego forma parte del aprendizaje en sí mismo, es otra forma más de aprender, y ayuda a consolidar todos los contenidos formales que se les facilitan en el colegio, que necesitan asentar y llevar a la vida práctica a través del juego.

El juego en la familia

La familia es el primer escenario social en el que el niño aprende y se desarrolla. En el seno familiar es donde se sienten más seguros, donde aprenden destrezas sociales y aprendemos a relacionarnos con el mundo exterior, y el juego es el medio perfecto para potenciar este vínculo.

A decir por expertos, el juego favorece la comunicación entre los miembros de la familia y esto es de gran importancia para los niños. Es mucho más relevante la calidad que el tiempo en sí que pasamos con ellos, por eso el juego es una forma natural y divertida, que les da sentido de sí mismos y de pertenencia. Es cierto que el juego debe adaptarse y va a ir cambiando, acompañando a los niños en su crecimiento. En los primeros años servirá para conectarlo con el mundo de los sentidos, aprendiendo a con los objetos y formas del entorno, a través del sentido del gusto y los sabores, a través de la observación del comportamiento de todas las personas que le rodean, distinguiendo sonidos… y para todo esto, los adultos debemos acompañarlos.

Más adelante, será una manera de divertirse y desarrollar su creatividad, y en la adolescencia será útil para que los padres conozcan mejor a sus hijos, sus gustos, sus habilidades y también emociones y sentimientos.

Beneficios del juego en el entorno y dinámica familiar:

  • Promueve la comunicación.
  • Desarrolla habilidades sociales.
  • Profundiza en los lazos afectivos.
  • Desarrolla la confianza y seguridad.
  • Libera del estrés individual y colectivo
  • Favorece la creación de valores sociales y morales.
  • Ayuda a establecer patrones de conducta básicos.

Por todo esto, no debemos agobiarnos con buscar un tiempo determinado para el juego, porque puede ser cualquier momento cotidiano, de las rutinas, como la hora del baño (hacer pompas o bañar a los muñecos, teñir el agua…), hacer la compra (hacer la lista antes juntos, de camino, ir tachando y buscando los productos, elaborar una receta después…), yendo en el coche (jugando al veo-veo, palabras encadenadas, cantar juntos las canciones favoritas…) lo importante es que se adapte al niño y pueda integrarse en la dinámica familiar.

Para contribuir a que todo esto sea posible podemos tener en cuenta 4 máximas:

  1. Aprovecha cada instante, sólo serán niños una vez.
  2. Aprende a ser paciente, los niños no usan relojes.
  3. Menos es más, los niños tienen que vivir el aburrimiento para generar nuevas ideas, no le colmes de juguetes.
  4. Identifica los beneficios de cada acción que realiza tu hijo.

 

Carolina Pérez Ruiz, maestra del Cole de Celia y Pepe.