Al igual que en otros momentos del año, como el comienzo de un curso, o la vuelta a la nueva normalidad después de la situación de confinamiento, implica retomar nuestros hábitos y rutinas anteriores, introducir cambios y, por lo tanto, una adaptación.

La vuelta al trabajo presencial, retomar clases, terapias… Son cambios que afectarán posiblemente a horarios, el sueño, la alimentación, el juego y las responsabilidades de cada uno. Fomentar la creatividad es una buena manera de dar estrategias a los hijos, que les permitirán ser más flexibles y adaptarse mejor a los cambios, además con una actitud abierta y positiva.

Tenemos la creencia extendida de que la creatividad es una habilidad relacionada con la parte más artística de cada persona, sin embargo, se trata de la capacidad que tenemos para encontrar nuevas soluciones a problemas conocidos, pensamiento divergente y original, ser flexible y saber resolver conflictos. Esto a nivel emocional es muy importante para mejorar la regulación, la autoestima, autonomía y la capacidad de resiliencia.

Algunas características de las personas creativas tales como la imaginación, la curiosidad, la libertad y el entusiasmo son propios de la infancia. A medida que vamos creciendo son habilidades que tendemos a perder. Reflexión que los adultos podemos hacer para ser capaces de observar en qué comportamientos de nuestros hijos reforzamos o castigamos estas habilidades creativas.

Como padres y educadores podemos tener en cuenta algunos aspectos prácticos para fomentar su desarrollo:

  • Asumir la creatividad como parte del aprendizaje: preguntando a los niños por sus propias maneras de imaginar una misma situación, cómo lo harían ellos, no sólo darles las soluciones desde nuestra mente adulta, cómo les gustaría hacer esos cambios.
  • Fomentar y enseñar actitudes creativas de forma explícita: desarrollar la imaginación mediante el juego de roles e imitación, disciplina y automotivación, flexibilidad, colaboración y toma de decisiones e iniciativas propias. Que participen de la vida familiar con un espacio y rol definido, asumiendo responsabilidades que deban afrontar en el día a día.
  • Reforzar los pensamientos diferentes, dejándole que se exprese y comparta ideas para organizar tareas desde su punto de vista y llegar a acuerdos. Cuánto más participen de la planificación de las tareas, más compromiso tendrán con las mismas.

Os recomendamos que habléis abiertamente con los niños acerca de lo que va a suceder, siempre que podamos preverlo, y establecer esas nuevas estructuras con información previa, para que ellos puedan participar de los cambios y vivirlos con mayor aceptación y preparación. Ellos también piensan y se preocupan por todo lo que sucede, en la medida en que lo puedan anticipar, van a estar más receptivos, tranquilos y les será más fácil encontrar estrategias para enfrentarlos.

La familia sois modelos de aprendizaje, la rutina para un niño es importante para sentirse seguro y confiado, pero igual de importante es saber saltársela de vez en cuando por las circunstancias, y que eso no nos afecte considerablemente, desequilibrándonos. El equilibrio se encuentra en la capacidad de adaptación.

CAROLINA PÉREZ RUIZ
Coach educativa
Especialista en inteligencia emocional