La epilepsia es el trastorno neurológico más frecuente en los niños, con una expresividad clínica variable y que evoluciona de muy diversas formas y gravedad. En España, cada año se diagnostican 22.000 nuevos casos de epilepsia , la mitad en niños y adolescentes menores de 15 años.

Se calcula que el 5% de los niños experimenta una crisis epiléptica en su vida, y el 3% tiene convulsiones febriles (pequeñas crisis epilépticas provocadas por la fiebre alta que no son consideradas epilepsia). De hecho, solo se confirma un diagnóstico definitivo de epilepsia en el 1% de los niños.

En la mayor parte de los casos, la epilepsia infantil tiene una buen progreso y responde de forma adecuada al tratamiento antiepiléptico y a unos buenos hábitos higiénicos. La evolución de este trastorno en el niño varía en función de la causa y el tipo de epilepsia, y la edad del paciente.

Se calcula que dos tercios de los niños con epilepsia, superan las crisis a medida que se van haciendo mayores y pueden llegar a controlar la epilepsia sin medicación.

La perspectiva de alcanzar una remisión completa, es decir que no vuelvan a ocurrir las crisis, a los 3 años del inicio del tratamiento es de entre el 59% y 68%, un porcentaje que asciende hasta entre el 80% y el 90% para remisiones iniciales (periodo libre de crisis en algún momento de la evolución del paciente).

No obstante, los padres o cuidadores del menor deben ayudarle a llevar una vida sana y a acudir a las consultas del neurólogo con regularidad.

 

Causas desencadenantes de una crisis epiléptica en niños

Existen numerosos factores que pueden provocar las crisis epilépticas en los niños. Sin embargo, la epilepsia más frecuente (en 7 de cada 10 niños) es la idiopática (no se puede identificar la causa).

Entre los factores a tener en cuenta como desencadenantes están:

Daño cerebral por lesiones prenatales o perinatales
Malformaciones congénitas o alteraciones genéricas
Traumatismos craneoencefálicos graves
Accidentes cerebrovasculares
Infecciones cerebrales como encefalitis o meningitis

A la clasificación habitual de las crisis epilépticas en los niños hay que hablar de síndromes epilépticos, característicos de la infancia y la adolescencia. Esto ocurre porque el cerebro de los niños es inmaduro y excitable y reacciona de forma dispersa a los estímulos.

Los niños con epilepsia pueden y deben llevar una vida completamente normal, pero debe tenerse presente que existen una serie de condiciones de orden neuropsicológico que pueden acompañarlos. La atención y la memoria suelen ser los procesos parciales que se ven afectados con más frecuencia en la epilepsia infantil.

La infancia es el mejor periodo para reconocer los posibles problemas cognitivos y psicosociales atendiendo a la integración y el rendimiento escolar del niño, con el fin de intervenir si fuera necesario

 

Limitaciones y actitud frente a la epilepsia

Los niños que tienen que convivir con la epilepsia pueden correr ciertos riesgos cuando sufren las crisis, pero eso no debe limitarles. Tampoco se les deben imponer restricciones en sus actividades cotidianas, ni en su alimentación, solo se deben seguir ciertos cuidados como evitar la falta de sueño o pasar mucho tiempo delante de las pantallas.

Los expertos aconsejan que no se les sobreproteja, sino que se les enseñe a convivir con la enfermedad, a cuidar de sí mismos y a practicar actividades y deportes que les gusten. El deporte, precisamente, es un instrumento de enorme importancia en la epilepsia infantil ya que la actividad física regular además de mejorar su condición física, contribuye a elevar su autoestima y su confianza.

Tanto el niño como los padres deben aprender que las crisis epilépticas son una pequeña parte de su vida que no debe condicionarles. Aprender a convivir con la epilepsia con normalidad puede ser beneficioso. En ese sentido, se recomienda mantener al tanto de esta circunstancia a los responsables del colegio, así como al entorno más próximo a fin de que puedan socorrer al niño en el caso de que le sobrevenga una crisis.

 

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