El humor es una de las características que destacan en las personas resilientes. Es una de las fortalezas que desarrolla la Psicología Positiva, como una manera de estar en la vida que acompaña a nuestro sentido de optimismo, de adaptación, de afrontamiento, que nos hace conscientes y nos presta fuerza… y, por si fuera poco, además procura consuelo. ¿Quién no se ha reído incluso en situaciones adversas?

Podemos considerar humor constructivo, cuando interfiere en la capacidad de la persona llevándola a realizar un cambio de perspectiva de la realidad, normalmente en positivo. Desde este punto de vista, decimos que, el sentido del humor nos ayuda a:

  • Tomar distancia de la situación de conflicto, a mirar con otros ojos.
  • Alejarse del objeto emocional, disminuyendo la carga.
  • Provocar cambios de perspectiva entre las personas, nosotros mismos y los problemas.
  • Encontrar nuevos caminos para la resolución de conflictos, por lo que fomenta la creatividad, la planificación y la toma de decisiones.
  • Relativizar, aceptar y afrontar.

Reírnos tiene múltiples beneficios orgánicos:

  • A nivel fisiológico tiene un efecto inmunológico potente.
  • Lleva a la acción multitud de músculos en nuestro cuerpo.
  • Reduce el estrés, siendo una válvula de escape y seguridad al mismo tiempo.
  • Nos divierte y anima el espíritu lúdico social.
  • Estimula la creatividad y produce estados de apertura y flexibilidad.

Ante los problemas, nos suelen acompañar pensamientos negativos. El humor es una herramienta muy útil para convivir y aprender en un ambiente positivo, mejorar las relaciones y favorece la atención y la memoria hacia el recuerdo agradable.

En estos momentos de incertidumbre, usar estas herramientas para que el clima en el hogar sea más tranquilo, ameno y fortalecer los lazos en la familia es más que práctico y sencillo al mismo tiempo. Algunas ideas para practicar el humor constructivo en casa serían:

  • Juegos para iniciar y terminar la jornada con una sonrisa, las cosquillas siempre funcionan.
  • Planificar momentos en la jornada dedicados a valores y en relación con el sentido del humor: la risa, la sonrisa, el abrazo, los chistes…
  • Que cada semana haya un encargado del humor y la sonrisa en casa.
  • Hacer de las exigencias del día momentos lúdicos, flexibilizando exigencias en estos momentos donde el estrés nos acompaña y el estado de ánimo es cambiante.
  • Ponerse las “gafas del optimismo” y jugar a llevar al ridículo situaciones un poco más serias o preocupaciones cotidianas, mediante la exageración (estoy tan cansado que pondrían mi foto en el libro Guiness de los records al más cansado del mundo)
  • Caricaturizarse, haciendo dibujos sobre nosotros mismos y de nuestra familia destacando algún aspecto negativo que convertiremos en divertido (si somos muy gritones podemos dibujar una boca enorme, si no prestamos atención hacemos una orejas enanas en comparación con el resto del cuerpo…).
  • Identificar esas pequeñas cosas que nos gusta hacer cuando estamos solos, de manera que lo compartamos con los demás y todos se encarguen de facilitar y respetar esos momentos individuales.

El sentido del humor es una habilidad innata pero también se aprende, no sólo desarrollan el sentido del humor las personas consideradas graciosas. Va más allá de contar chistes y supone ser conscientes del aquí y ahora respondiendo con una sonrisa de aceptación.

Carolina Pérez Ruiz
Coach Educativa,
Especialista en Inteligencia Emocional