La manera en que nos comunicamos y el lenguaje, en concreto, que utilizamos para relacionarnos con nuestros hijos, son clave para mejorar las relaciones con los mismos y el clima que se establece en el hogar. Esto determina el ambiente, pero también la solidez de nuestros lazos, por ello consideramos tan importante hacer una reflexión acerca de cuál es nuestro estilo comunicativo, para expresarnos respetuosamente y de forma eficaz en el seno familiar, más aún en este momento en el que pasamos tanto tiempo juntos y, a veces, tendemos a perder la paciencia con facilidad.

Hoy queremos ofreceros algunas ideas para que los mensajes que damos a los niños sean más positivos:

  • Sé concreto para que los niños sepan qué esperamos de ellos. Decir lo que queremos, en lugar de lo que están haciendo mal, es el mejor camino y, así, no distraer la atención de lo que deseamos.
  • Cuida el lenguaje no verbal, la postura, habla de cerca y evita los gritos. Si tu hijo es pequeño, agáchate para explicarle las cosas… el contacto visual es importante y ponerse a la misma altura nos hace parecer más comprensivos y atentos.
  • Usa un tono de voz agradable, podemos expresar el enfado sin herir. Los gritos se convierten en interferencia del mensaje, atacan a la seguridad y autoestima del niño, bloqueando su capacidad de escucha.
  • Practica la escucha activa con tus hijos, y permíteles que opinen sobre lo que sucede. Comprendiendo su perspectiva del mundo, daremos mejor respuesta a sus necesidades e intereses.
  • Usa palabras y expresiones que facilitan la comunicación como: querer, poder, para qué… sustituye las expresiones limitantes tales como “no, deber/tener que, siempre/nunca/nadie, pero…”

Ser un buen referente emocional para los niños implica empezar a observar nuestro modelo como padres y madres. Somos el ejemplo que proyectamos en nuestros hijos, por ello, nuestra educación será más positiva si evitamos los juicios. Si cambiamos nuestro diálogo, empezando por expresar cómo nos hacen sentir las cosas, sustituir el “por qué has hecho esto…” por “para qué lo has hecho”, será más sencillo conocer sus motivaciones y acompañarlos en la gestión de sus frustraciones en el día a día.

Carolina Pérez Ruiz
Coach Educativa,
Especialista en Inteligencia Emocional