La evidencia actual indica que ciertas moléculas inmunes, como los componentes del sistema del complemento, están directamente involucradas en procesos neurobiológicos relacionados con el desarrollo del cerebro, incluida la neurogénesis, la migración neuronal, la remodelación sináptica y la respuesta a las agresiones cerebrales prenatales o posnatales tempranas. En consecuencia, la disfunción del sistema del complemento se ha visto cada vez más implicada en los trastornos de origen del desarrollo neurológico, como la esquizofrenia, el trastorno del espectro autista (TEA) y el síndrome de Rett. Sin embargo, la evidencia mecanicista de una relación causal entre la regulación del complemento alterada y estos trastornos varía según la enfermedad involucrada. Además, todavía no está claro hasta qué punto la expresión alterada del complemento juega un papel en estos trastornos a través de mecanismos independientes o dependientes de la inflamación. Además, se han implicado mutaciones patogénicas en componentes específicos del complemento en la etiología del síndrome 3MC, un trastorno del desarrollo autosómico recesivo poco común.

Los objetivos de esta revisión son discutir el conocimiento actual sobre las funciones del sistema del complemento en la estructuración de la arquitectura y función del cerebro durante el desarrollo normal, así como después de agresiones inflamatorias específicas, como la activación inmune materna (MIA) durante el embarazo, y evaluar la evidencia existente que asocia un complemento aberrante con trastornos del desarrollo del cerebro.

 

FIGURA 1:

Vías de activación del complemento y la actividad o expresión de sus componentes individuales (ya sea proteína o ARNm) en la esquizofrenia y el trastorno del espectro autista (TEA). ↑ rojo, aumento de la actividad proteica o expresión en sangre de los pacientes; ↓ rojo, actividad proteica disminuida o expresión en sangre de pacientes; ↑ azul, aumento de la expresión de ARN en los tejidos cerebrales de los pacientes; ↓ azul, disminución de la expresión de ARN en los tejidos cerebrales de los pacientes (Spivak et al., 1989, 1993; Warren et al., 1994; Wong et al., 1996; Maes et al., 1997; Shcherbakova et al., 1999; Hakobyan et al., 2005; Mayilyan et al., 2006; Corbett et al., 2007; Boyajyan et al., 2010; Momeni et al., 2012; Nardone et al., 2014; Li et al., 2016; Sekar et al., al., 2016; Fagan et al., 2017; Shen et al., 2018). La figura no distingue entre evidencia sólida y débil.

 

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