Por primera vez, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha puesto cifras a un fenómeno que hasta ahora pasaba de puntillas por las agendas sanitarias globales: más de 3.000 millones de personas, es decir, el 40% de la población mundial, viven con algún tipo de trastorno neurológico. El dato forma parte del Primer informe mundial sobre la situación de la neurología, presentado por la agencia este mes de octubre.

El documento revela un panorama desigual y preocupante. Los trastornos neurológicos —que van desde los accidentes cerebrovasculares y las migrañas hasta las demencias o la epilepsia— provocan más de 11 millones de muertes cada año, pero menos de un tercio de los países del mundo cuenta con una política nacional para abordarlos.

Los diez trastornos neurológicos más comunes incluyen, además de los citados, la encefalopatía neonatal, la neuropatía diabética, la meningitis, las complicaciones del parto prematuro, los trastornos del espectro autista y los cánceres del sistema nervioso. Todos ellos representan un peso creciente para los sistemas de salud, especialmente en los países de ingresos bajos y medianos.

En esas regiones, la OMS denuncia una desigualdad abismal: hay 80 veces menos neurólogos por habitante que en los países ricos. La consecuencia es que millones de personas no reciben diagnóstico ni tratamiento oportuno, lo que deriva en secuelas evitables, discapacidad y exclusión social.

“El cerebro es el órgano más complejo y más esencial de nuestro cuerpo, y sin embargo sigue siendo el más olvidado en las políticas públicas”, lamentó el doctor Jeremy Farrar, subdirector general de la OMS para Promoción de la Salud y Prevención y Control de Enfermedades.
“Más de una de cada tres personas tiene alguna afección que afecta a su cerebro. Debemos hacer todo lo posible por mejorar la atención de salud que necesitan. Muchas de estas dolencias pueden prevenirse o tratarse eficazmente, pero la mayoría de los afectados no tiene acceso a estos servicios”, subrayó Farrar.

Falta de políticas, fondos y datos

El informe refleja también una falta estructural de compromiso político. De los 194 Estados miembros de la OMS, solo 63 (el 32%) cuentan con una política nacional específica sobre trastornos neurológicos, y apenas 34 (18%) destinan financiación para enfrentarlos.
Además, solo el 25 % de los países incluye la atención neurológica dentro de la cobertura sanitaria universal.

La carencia de servicios es más dramática en las zonas rurales y desatendidas, donde la neurología pediátrica, la rehabilitación o los cuidados paliativos son casi inexistentes. “En esas áreas, los pacientes y sus familias enfrentan una doble carga: la de la enfermedad y la del estigma”, añade el informe.

La OMS advierte también del vacío de apoyo institucional para los cuidadores, la mayoría de ellos mujeres. Solo 46 países ofrecen servicios de apoyo y 44 cuentan con protección jurídica para quienes cuidan de personas con trastornos neurológicos, lo que agrava la desigualdad y la carga económica familiar.

Una hoja de ruta global

En 2022, los Estados Miembros adoptaron el Plan de Acción Mundial Intersectorial sobre la Epilepsia y Otros Trastornos Neurológicos, que propone medidas concretas:

  • Priorizar los trastornos neurológicos en las políticas sanitarias.
  • Aumentar la inversión sostenida en salud cerebral.
  • Integrar la atención neurológica en los sistemas de cobertura universal.
  • Fortalecer los datos y la investigación.

“Necesitamos trabajar juntos para centrar la atención en los pacientes y sus familias, priorizar la salud cerebral y lograr que reciba la inversión que merece”, insistió Farrar.

La OMS plantea una advertencia clara: si no se toman medidas firmes y sostenidas, la carga de morbimortalidad neurológica seguirá creciendo, junto con las desigualdades que la alimentan.
El cerebro, recuerdan los expertos, no puede seguir siendo un lujo de las economías desarrolladas. Cuidarlo —dicen— es, literalmente, una cuestión de salud global.