El Wilfried Martens Centre for European Studies, think tank vinculado al Partido Popular Europeo (PPE), acaba de publicar el informe Educational Pluralism in Europe: Where We Are and the Way Forward (2025), en el que advierte de una paradoja inquietante: mientras la Unión Europea se enorgullece de su diversidad cultural y de sus valores democráticos, el derecho a la libertad de elección educativa —es decir, la posibilidad de que los padres elijan la escuela y el modelo pedagógico de sus hijos— se enfrenta a crecientes amenazas políticas, ideológicas y económicas.
Según el Freedom of Education Index 2023 (OIDEL), Europa encabeza el mundo en pluralismo educativo: Irlanda, Países Bajos, Bélgica y Reino Unido superan los 90 puntos, lo que refleja sistemas capaces de garantizar tanto escuelas públicas como privadas con financiación y estándares comunes. Pero no todo son luces: países como Italia y España muestran una caída en la matrícula de centros no gubernamentales, fundamentalmente porque dependen del bolsillo de las familias. Resultado: la pluralidad es un lujo al que solo acceden quienes pueden pagarlo.
El informe del PPE constata que el pluralismo educativo genera rechazo desde todos los frentes. Los progresistas lo acusan de perpetuar desigualdades sociales al segmentar al alumnado. Los conservadores temen que la proliferación de modelos erosione la cohesión cultural común. Y los pragmáticos —atentos a la competitividad global— reclaman currículos más uniformes y orientados al mercado laboral.
Mientras tanto, los padres quedan atrapados en esta guerra de trincheras. Aunque la Declaración Universal de los Derechos Humanos (art. 26.3) reconoce que “los padres tienen derecho preferente a escoger el tipo de educación para sus hijos”, en la práctica este derecho muchas veces es más formal que real. La brecha entre lo que dicen las leyes y lo que permiten los presupuestos estatales abre un agujero en la igualdad de oportunidades.
Lo que está en juego: cohesión democrática
Los autores del informe —Ignasi Grau (OIDEL), Peter Hefele (Martens Centre) y Alexandre Moreira (ELA)— recuerdan que la educación no es un bien de consumo sino un derecho humano. No se trata solo de elegir entre un colegio religioso o laico, privado o público, sino de garantizar que todos los niños, independientemente de su origen o renta, accedan a una base común de conocimientos: alfabetización, matemáticas, ciencia y cultura compartida. Sin ese mínimo, advierten, no hay democracia que aguante.
De hecho, organismos como el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y la propia Carta de Derechos Fundamentales de la UE subrayan que la pluralidad educativa no puede existir sin un suelo común: la escuela debe formar ciudadanos capaces de participar en sociedades diversas, sin caer en la segregación ni en el adoctrinamiento.
Recomendaciones: de la teoría a la acción
El PPE propone cinco líneas de actuación concretas:
- Reconocer y proteger los derechos de los padres en la legislación nacional y europea.
- Financiar alternativas educativas mediante subsidios o becas, evitando que solo las élites puedan ejercer la libertad de elección.
- Respetar la autonomía de las escuelas privadas, especialmente las de carácter confesional, reduciendo la carga burocrática.
- Garantizar un currículo mínimo común de conocimientos básicos.
- Proteger los derechos de las minorías para que puedan mantener su lengua, religión y cultura sin quedar marginadas del sistema educativo.
El dilema es claro: ¿cómo mantener un equilibrio entre pluralismo y cohesión? En un continente marcado por migraciones y diversidad cultural, el informe defiende que la pluralidad educativa no es un capricho, sino una condición para la democracia europea.
En resumen: el pluralismo educativo en Europa se encuentra en una encrucijada. Si los estados no refuerzan el derecho real de las familias a elegir, el continente corre el riesgo de que su diversidad se convierta en privilegio de pocos, y no en patrimonio compartido de todos.
Leer el informe entero: Educational Pluralism in Europe: Where We Are and the Way Forward












