La presencia de estudiantes con Trastorno del Espectro Autista (TEA) en las aulas no deja de crecer. En tan solo 13 años, se ha pasado de 19.023 alumnos matriculados con autismo en 2011 a 91.877 en el curso 2023-2024. De todos ellos, sólo un 19% son niñas.

El último informe publicado por el Ministerio de Educación sobre alumnado con necesidades educativas especiales confirma esta tendencia: el curso pasado, más de un millón de estudiantes (exactamente 1.131.816) necesitaron algún tipo de apoyo educativo. Esto equivale al 14% del total de alumnado no universitario. Entre ellos, 292.897 presentan necesidades derivadas de alguna discapacidad.

Y dentro de este grupo, el autismo destaca como la condición más numerosa: los 91.877 alumnos con TEA suponen ya el 31,37% del total de estudiantes con discapacidad. Le siguen la discapacidad intelectual, con un 24,7%, y los trastornos graves del lenguaje, con un 13,9%.

Esta proporción se mantiene tanto en centros de educación ordinaria como en educación especial, donde el alumnado con autismo representa también el 31%. Además, su peso ha aumentado dos puntos porcentuales respecto al curso anterior (29%).

Este es el primer curso en el que el alumnado con autismo alcanza el 1,1% del total de estudiantes en enseñanzas no universitarias, un porcentaje que se aproxima al que se estima para la población general. Si se analiza solo la educación ordinaria, el porcentaje se sitúa en el 0,94%.

Más alumnos en todos los niveles… menos en las etapas postobligatorias

La gran mayoría del alumnado con TEA se encuentra en la educación ordinaria: 78.084 estudiantes (el 84,99%). Otros 13.793 cursan sus estudios en centros de educación especial (el 15,01%). En comparación con el curso anterior, se ha producido un aumento en ambas modalidades: 11.858 alumnos más en ordinaria y 1.956 más en especial.

Respecto a la titularidad de los centros, la mayoría opta por la educación pública, aunque en el caso de la educación especial, el 32,44% de los alumnos acuden a centros privados, frente al 26,83% que lo hace en la educación ordinaria.

En cuanto a las etapas dentro de la educación ordinaria, la distribución del alumnado con autismo es la siguiente:

  • Educación Infantil: 17.852 alumnos (22,86%)
  • Educación Primaria: 33.756 alumnos (43,23%)
  • ESO: 19.212 alumnos (24,61%)
  • Bachillerato: 2.651 alumnos (3,40%)
  • Formación Profesional: 3.896 alumnos (4,99%)

Aunque el 0,94% del alumnado total en educación ordinaria tiene autismo, hay diferencias significativas según la etapa. En Primaria representan el 1,23%, bajan al 0,91% en ESO, y en las etapas postobligatorias (Bachillerato y FP) caen al 0,38% y 0,34% respectivamente.

Brecha de género persistente

El aumento del alumnado con TEA se da en ambos sexos, pero la diferencia es abismal: 74.533 son niños (81,1%) frente a solo 17.344 niñas (18,9%). Esta desproporción se mantiene tanto en educación especial (79,10% de niños y 20,90% de niñas) como en educación ordinaria (81,48% de niños y 18,52% de niñas). De hecho, las niñas tienen una menor representación en la educación ordinaria que en la especial.

La proporción aproximada es de cuatro niños por cada niña con autismo en el sistema educativo, y aunque en los últimos años ha aumentado el número de alumnas diagnosticadas, el crecimiento sigue siendo más rápido entre los varones.

Desde el curso 2021-2022 al 2022-2023, el alumnado con autismo ha aumentado un 17,70% (13.814 estudiantes más). El crecimiento ha sido mayor en el caso de las niñas, con un incremento del 25,09% (3.479 alumnas), frente al 16,10% en los niños (10.335).

Sin embargo, tal como advierte Marta Plaza, socióloga del área de Investigación de Autismo España, este aumento de alumnado no ha ido acompañado del refuerzo necesario en los recursos educativos:

“Los recursos tienen que crecer al mismo ritmo que los diagnósticos, y ahora no crecen al mismo ritmo que el alumnado, ni mucho menos en todas las etapas educativas. Si lo que queremos es conseguir su éxito académico y su participación real, no solo tiene que estar su presencia, también tienen que estar los recursos”.

La tendencia al alza es evidente. Lo que queda por ver es si el sistema educativo está preparado para sostenerla con equidad y eficacia.