Andrea Rodríguez Martínez

El lenguaje es el sistema a través del cual nos comunicamos y expresamos nuestras ideas y sentimientos, ya sea por medio del habla, la escritura u otros signos convencionales.

Según el famoso lingüista suizo Saussure, “el lenguaje, por un lado es lengua pero, por otro también es habla”.  Es un sistema de signos, una estructura formal con unas unidades y unas reglas y, a la vez es el uso que se hace de ese sistema fundamentalmente para comunicarse. El lenguaje es la función y uso individual que se hace; por lo tanto, es una actividad y comportamiento individual. Por lo que podemos decir que lengua y habla son dos realidades distintas pero inseparables que van unidas por la interacción que supone una actividad individual y una utilización del sistema. De hecho se puede decir que la interacción es el fundamento principal del desarrollo humano.

La Dra. y profesora Libby Kumin, experta mundial en el habla y el lenguaje, en su libro “Habilidades tempranas de comunicación” nos habla sobre las cuatro dimensiones del lenguaje; o lo que es lo mismo, los cuatro aspectos o componentes esenciales para adquirir un correcto y completo desarrollo del mismo: fonología, semántico, morfológico-sintáctico y pragmático.

Todos estos aspectos son muy importantes para el desarrollo del lenguaje social y la comunicación del niño con su entorno en el día a día.

El desarrollo fonológico hace referencia a sonidos de un lenguaje. Estos sonidos se estructuran en fonemas, que son los elementos mas pequeños del lenguaje que al cambiarse unos por otros dan lugar a diferentes palabras y, que en nuestro idioma está constituido por veinticuatro fonemas.

Con respecto al desarrollo semántico, este hace referencia al contenido, al significado de las diferentes palabras que el niño emplea en sus oraciones, es decir, a la combinación de fonemas. Las palabras son las unidades fundamentales del lenguaje, constituyen la base de la estructura de la información comunicable, tanto en la producción como en la comprensión.

Cuando hablamos del desarrollo morfológico-sintáctico (tradicionalmente, por su estrecha relación, ambos conceptos han sido englobados en el de gramática) nos referimos a cómo se organizan las palabras en las frases y oraciones que emplea el niño en su vida diaria. Al principio, cuando los niños comienzan a componer sus primeras oraciones, lo suelen hacer de manera incorrecta en cuanto a su organización; como por ejemplo “rompido coche tú”. Poco a poco, según vayan creciendo irán realizando frases cada vez más estructuradas y parecidas a las que decimos los adultos..

A medida que los niños practican y dominan los sonidos (fonemas), los significados (semántica) y las reglas gramaticales (sintaxis) también deben aprender un gran número de reglas no verbalizadas que dirigen la conversación. En pocas palabras, deben de aprender la pragmática del lenguaje. (Bates,1976)

Para que la comunicación con otras personas se realice y usemos nuestro lenguaje de forma correcta, disponemos de una habilidad llamada pragmática. Gracias a ella podemos comunicarnos de una forma u otra dependiendo de cada situación.

El desarrollo pragmático se inicia desde el nacimiento, pero es desde la segunda mitad del primer año que los niños empiezan a ejercer mayor control sobre sus interacciones con el adulto. Aprenden a comunicar sus intenciones con más claridad y eficacia, aunque la forma básica para esta comunicación se realiza principalmente con el gesto. Entre los 8 y 9 meses, los niños empiezan a desarrollar la intencionalidad comunicativa y a mostrar capacidad para compartir objetivos con los demás (Owens, 2003). Estas señales comunicativas reflejan la motivación y la meta que pretende conseguir el niño al comunicarse con el otro, y se denominan funciones comunicativas.

Sin embargo existen muchas dificultades para que los niños adquieran esta habilidad de manera natural. Los trastornos pragmáticos representan un aspecto aún no muy conocido de la patología del lenguaje y de la comunicación. No obstante, afectan a un número importante de niños que presentan trastorno generalizado del desarrollo, un trastorno pragmático del lenguaje (o trastorno Semántico-Pragmático ) o enfermedades neurológicas.

Siempre que hablamos del término pragmática (a menudo difícil de entender) nos referimos al uso social de la lengua. En otras palabras; el desarrollo pragmático es la forma en que nos comunicamos a través de las palabras y nuestros cuerpos en un contexto social. Por ejemplo, estableciendo un contacto visual con otra persona, saludando, mostrando y respondiendo a las emociones de los demás, etc.

El Dr. Marc Monfort, logopeda por el Instituto Superior de Logopedia de Ghlin (Bélgica) define esta habilidad como “la capacidad de entender las intenciones de los demás cuando hablan y de expresar las propias, de una forma eficaz y con un manejo del código apropiado al contexto».

Adquirir habilidades en el desarrollo pragmático es esencial para que los niños desarrollen habilidades funcionales de comunicación y así poder establecer relaciones con sus compañeros y mejorar su autoestima.

Las dificultades en este nivel lingüístico cuando nos encontramos con niños con daño o disfunción cerebral, son elevadas. Pero, ¿que pasa cuando esta habilidad está afectada? Por ejemplo, un niño que tiene problemas en la adquisición de la pragmática su habla durante una conversación puede llegar a ser excesiva. Sin embargo, cuando realizan tareas como contar una historia o dar instrucciones sobre algo esa producción oral suele disminuir. También suele resultar difícil para ellos empezar una conversación, mantener el tema de la misma, cambiarlo y/o respetar los turnos de habla. E incluso, en ocasiones, entender las oraciones de doble sentido.

Por lo tanto, existen numerosas y diversas clases de habilidades pragmáticas, las cuales pueden o no estar desarrolladas en los niños:

• Cinética: el uso de los gestos;

• Proxémica: el uso de la distancia y del espacio cuando interactuamos con los demás;

• Intención: el propósito de la comunicación;

• Contacto visual: mirando directamente al interlocutor (mirada recíproca);

• Expresión facial: el significado emocional de los movimientos de la cara, como la sonrisa o el fruncimiento del ceño;

• Peticiones: pedir algo por medio de la comunicación;

• Facultades conversacionales: la interacción social entre los interlocutores, incluyendo el intercambio de turnos;

• Variación estilística: la habilidad para adaptar nuestra habla y nuestro lenguaje a diferentes interlocutores y público;

• Presuposiciones: lo que ya sabemos o presuponemos que puede intuir en la conversación;

• Topicalización: incluye introducir temas, mantenerse en un tema, cambiarlo y analizarlo;

• Aclaración y reparaciones: pedir a tu interlocutor que te aclare la información que no entiendes, o proporcionarle la información que precisa cuando es él quien no te entiende a ti.

Para poder desarrollar esta habilidad, existen, según varios autores, entre ellos Michael Halliday (lingüista inglés), algunas actividades o estrategias que sirven para estimular las distintas funciones del lenguaje y que fomentan o ayudan a que este desarrollo pragmático se lleve a cabo de una forma mas óptima si cabe.

Una de ellas, y en el área de logopedia del Hospital Nisa también la consideran fundamental y la llevan a cabo, es el role-playing. Ésta es una técnica divertida que consiste en realizar una especie de teatro con los niños. En él se simula alguna situación de la vida cotidiana, como por ejemplo ir a un restaurante, al supermercado o a una consulta del pediatra; con todas las tareas que estas actividades conlleva. Es decir, con una actividad tan sencilla los niños pueden trabajar numerosas habilidades y desarrollar diferentes capacidades. Lo ideal es que se usen los máximos materiales posibles para lograr que esa situación sea, para los niños,  lo más real y funcional posible.

Realizar esta actividad en sesiones con un grupo de niños es muy útil, porque podemos aprovecharlo para que el niño interaccione no solo con el adulto sino con otros niños, lo cual le puede ayudar a generalizar sus aprendizajes.

Es una actividad simple que puede realizarse tanto en el ámbito educativo como en casa ya que el único material que se requiere son juguetes u objetos de la vida diaria.

Los objetivos que persigue el role-playing es que los niños a la vez que juegan y se divierten, sean capaces de desarrollar habilidades como escuchar, adaptar su lenguaje al contexto, respetar el turno de palabra, comenzar y mantener conversaciones… y a la vez trabajar otros aspectos del lenguaje como la pronunciación, el vocabulario y la entonación, entre otros.

En definitiva lo que se pretende es trabajar el área de la expresión oral. Para ello también existen otras actividades que se pueden realizar, tanto en el ámbito educativo, como en el clínico o familiar: expresar diferentes estados de ánimo y emociones a partir de distintas situaciones; crear historias a partir de viñetas o dibujos; realizar actividades en base a un cuento (relatar, ordenar secuencias o escenas, describir personajes o paisajes, crear finales nuevos, etc).

En cualquier caso, siempre deben hacerse actividades o juegos centrados en los problemas particulares de cada niño, ya que no todos los niños con trastorno semántico-pragmático tienen las mismas dificultades ni con el mismo grado de afectación. Éstas deberán ser de su interés para poder conseguir una mayor participación por su parte en la actividad y no solo trabajarlos en el ámbito clínico o escolar, sino hacer partícipes de ello a su familia con el fin de conseguir generalizar sus aprendizajes.

Para concluir es necesario saber que la mayoría de los niños, incluso los que son diagnosticados con trastorno del lenguaje, desarrollan muchas habilidades pragmáticas antes de pronunciar su primera palabra. Esto es así porque algunas de ellas son muy básicas como por ejemplo el establecimiento del contacto visual, o el fruncimiento del ceño, para dar a conocer nuestros sentimientos. Otras, como la de ser capaz de mantener un tema en una conversación, no se desarrollan hasta que los niños han adquirido muchas otras habilidades del habla y del lenguaje.

Así pues, en los niños diagnosticados con trastorno pragmático se puede apreciar un retraso en el desarrollo del lenguaje, así como dificultades a la hora de comprender y expresarse.

Es importante entender la importancia de la pragmática en el desarrollo infantil y como las alteraciones en su desarrollo repercuten en las actividades de la vida diaria.

Este desarrollo pragmático implica integrar las adquisiciones del nivel fonológico, semántico y morfosintáctico. El nivel pragmático es considerado un componente muy ligado a las habilidades de interacción social; sobre todo en los casos de los niños con trastornos del lenguaje ya que es necesario tener en cuenta y priorizar los entornos naturales y el uso de sistemas visuales. Trabajar la expresión oral con diferentes actividades es muy propicio para desarrollarla. Y con el trabajo, la constante interacción y el apoyo adecuado, las habilidades comunicativas de estos niños pueden evolucionar de forma muy favorable.

“Sólo hay mundo donde hay lenguaje”  Martin Heidegger.

 

Andrea Rodríguez Martínez

Diplomada en Educación Infantil.
Licenciada en Psicopedagogía.
Amplia experiencia docente en enseñanza infantil y primaria.